junio 27, 2012

Ascendencia americana de Ignacia Quintanar (1802-1865)

     Ignacia Quintanar es nuestra 16ª tatarabuela. Su nombre completo es María Ignacia Delgado Quintanar, pero todos la conocían por su apellido materno, teniendo en cuenta las circunstancias especiales de su nacimiento (ver historia).

Ignacia Quintanar (1802-1865),
nuestra tatarabuela n° 16
     Ignacia es la única tatarabuela que nació en México (San Juan del Río, Queráaro), y representa el 6.25% de nuestra ascendencia. Tenemos la seguridad de que el 83.5% restante es de origen europeo, pues nuestros otros 15 tatarabuelos nacieron en España (Juan Bernardo Domínguez y Gálvez, el esposo de María Ignacia, nació en Cuba, pero sus padres eran españoles). En cambio, no sabemos con certeza qué origen tiene ese otro 6.25%. En concreto, que parte de ese porcentaje es europeo y que parte americano.

     Por la muestra de ADN mitocondrial que hemos revisado en una de sus descendientes -y por línea exclusivamente femenina-, sabemos que Ignacia tenía ascendencia indígena americana (ver post anterior).

     Los padres de Ignacia representan, cada uno, el 50% de su ascendencia. Los abuelos, el 25% y los bisabuelos, el 12.5%. 

     Si examinamos el origen de sus ocho bisabuelos nos encontramos lo siguiente: 
  1. José Francisco Delgado de Landa (1710): español, 100%. Era Escribano Real.
  2. María Rico de Rojas y Zúñiga (1714): española, 100%. Pertenecía a familias españolas conocidas de Querétaro.
  3. Pedro de Silis y Sánchez Grimaldos (1715): español, 100%. Fue Alguacil Mayor en San Juan del Río. 
  4. Teresa Gutiérrez de Romero (1721): suponemos, al menos un 75% española, por estar casada con un Alguacil Mayor.
  5. Francisco Javier Quintanar (1707): al menos el 75% español. Conocemos sus antepasados desde que llegaron de Ciudad Real (antes de 1625). Era Capitán de las milicias provinciales. Pudo haber tenido algo de sangre mestiza, pues no tenemos la seguridad del origen de tres de sus abuelos.  
  6. Juana Pérez de Bocanegra (1713): al menos, el 75% española. Su padre fue Alguacil Mayor de San Juan del Río y Capitán de Caballos de Corazas en Querétaro. Ella fue hija natural. No sabemos con certeza quién fue su madre.   
  7. Cristóbal Santiago de Soto (1715): 100% español. Era Alguacil mayor en San Juan del Río.
  8. María Dolores Ruiz Servín (1718): al menos 75% española. De ella es la única de la que tenemos la seguridad de que tenía un porcentaje de sangre indígena, por los exámenes de ADN que hemos revisado en la actualidad en una de sus descendientes por vía femenina. Alguna de sus antepasadas mujeres (su madre, o su abuela materna, o su bisabuela materno-materna, etc; probablemente en el siglo XVI o antes) fue una indígena americana.
     En los siglos XVII y XVIII, para que un hombre o mujer fueran considerados “españoles”, se tenía que notar en su aspecto exterior, su cultura, etc. Los ocho bisabuelos de Ignacia eran tenidos como españoles.

     De los ocho bisabuelos de Ignacia, consideramos que de cuatro de ellos es bastante seguro que tuvieran el 100% de sangre española, por su posición en la sociedad. Por ejemplo, para ser Alguacil Mayor en una población, el aspirante tenía que someterse a un examen de limpieza de sangre. Normalmente, sus esposas también tenían que demostrar su pureza de sangre que, sobre todo era ausencia de sangre mora o judía (no tanto mestiza). De los otros cuatro, no tenemos la seguridad de que hayan sido 100% españoles. Suponemos en ellos un mínimo de 75% de sangre española. En ninguno de ellos hemos encontrado, directa y claramente, ascendencia indígena.

     Si la suposición que hemos hecho es correcta, María Ignacia pudo haber tenido como máximo un 12.5% de sangre indígena americana.

     Como el porcentaje de herencia que nosotros (sus tataranietos) tenemos de ella es el 6.25%, la conclusión es que nosotros tendríamos no más de, aproximadamente, un 0.78% de sangre indígena. Sin embargo, es posible que tengamos un porcentaje aún menor, limitado a ese “hilo de sangre indígena” que tenía doña Dolores Ruiz Servín, a través de quizá una de sus bisabuelas o tatarabuelas.

     Aun así, ese pequeño porcentaje de sangre indígena, tiene una significación importante en cada uno de nosotros (los que llevamos ese ADN en nuestras mitocondrias), pues representa nuestro "enraizamiento" a la tierra del continente americano.

     Hace unos 15 mil años llegó a América una mujer que tuvo una hija, y esta otra, y esta otra…, y así, hasta llegar a nuestra generación. Además, con toda probabilidad, hemos de decir que todas esas mujeres, nacieron en América, de manera ininterrumpida. Es impresionante que podamos conocer esto, a través del examen de nuestro ADN mitocondrial.

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